Richard Dawkins es un zoólogo y
etólogo británico, especialmente famoso por su trabajo como divulgador
científico. En 1995 publicó un libro titulado “River out of Eden: a Darwinian
View of Life”, una reflexión sobre la evolución desde un punto de vista genético,
retomando temas anteriormente tratados en su, probablemente, más popular
trabajo, “El gen egoísta”.
El título del libro está
inspirado en el pasaje 2:10 del Génesis
“Y salía de Edén un río para regar el huerto”. Este río, del que trata una
importante parte del libro, es un símbolo de la evolución y diversificación del material genético a lo
largo del tiempo. Es un río de información. Con los cuerpos de los organismos
como transportadores temporales, en el río de Dawkins, los genes viajan a
través del tiempo geológico, transformándose y ramificándose progresivamente,
siendo cada uno de los cauces del río una especie distinguida del resto, en el
que el agua (los genes) va mezclándose gracias a la recombinación sexual entre la descendencia de cada especie.
Dawkins comienza el libro con una
frase cierta para todos los organismo que hayan existido y existentes “Ninguno,
ni uno solo, de nuestros ancestros murió antes de alcanzar la madurez y traer
al mundo al menos un descendiente”. Todos los seres vivos pueden sostener que provienen
de una línea de antecesores exitosos continua. Según Dawkins, residiendo este éxito
en la capacidad de sobrevivir y reproducirse, todos los organismos
vivientes han heredado genes buenos,
han recibido lo necesario para convertirse ellos también en antecesores
exitosos.
Tomando esta idea como base de la
reflexión, el libro trata varios temas: habla sobre la madre mitocondrial, desarrolla argumentos ejemplificados para
abalar la evolución gradual y acumulativa como explicación
de los fenómenos más complejos que podemos presenciar (el baile de las abejas,
los ojos o los mecanismos de las orquídeas para atraer polinizadores),…
Hay un capítulo, titulado “God’s
utility function”, en el cual se nos introducen dos conceptos. En primer lugar,
la ingeniería inversa, que consiste
en estudiar el funcionamiento de un aparato, o en este caso, un ser vivo, es
decir, un producto final, para comprender sus principios fundamentales y su
diseño. En segundo lugar, la función de
utilidad (utility function) es aquello que se intenta maximizar o
favorecer. Por ejemplo, cuando observamos la política de un gobierno en un
país, podemos hacer “ingeniería inversa” para ver que su función de utilidad ha
sido, por ejemplo, reducir el desempleo. Cuando hablamos de un animal, por
ejemplo un guepardo, viendo sus garras, su capacidad de carrera y agilidad,
vemos que su función de utilidad es producir el máximo número de bajas posibles
en la población de gacelas.
Visto esto, la pregunta que
plantea en este capítulo es: ¿Cuál es la “función de utilidad” de la
naturaleza/vida? La supervivencia del
DNA. Sin embargo, el material genético está atrapado en los cuerpos de los
organismos. Por eso, el DNA atrapado en un guepardo maximizará su supervivencia
haciendo que el guepardo mate el máximo número de gacelas posibles. Mientras que
el atrapado en la gacela lo hará evitando que éstas sean cazadas. Por eso los
árboles son tan altos como son. Lo más rentable desde un punto de vista
económico sería que todos fuesen de la misma altura. Sin embargo, la selección
del DNA los hace competitivos y crecen unos sobre otros, cada vez más alto.
Esto explica también los “concursos de belleza” celebrados por los machos en
muchas especies de ave también. Explica que en población de estructura tipo harén, como el de las
focas, en el que tan solo un pequeño porcentaje de los machos abarca todas las
copulas de la población, mientras que el resto consumen recursos sin generar
descendencia. El titánico ascenso de los salmones para hallar la muerte, o por
qué algunos pájaros gastan una cantidad de energía tan peligrosa en cantar para
atraer hembras son otros dos ejemplos conocidos. Si la prioridad de la vida
fuese el bien de la población, o del individuo en particular, todos esos
comportamientos serían eliminados. Pero no es así. La naturaleza es indiferente
respecto al sufrimiento o bienestar de los seres vivos. El bien común es solo
una consecuencia fortuita (cuando ocurre). Lo único que importa es la
transmisión del material genético, su perpetuación.
Y así es como fluye el río,
representación simbólica de esta gran explosión de información en cadena que
llamamos vida. O al menos, así lo cuenta Richard Dawkins en su trabajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario