miércoles, 1 de mayo de 2013

Un río de información


Richard Dawkins es un zoólogo y etólogo británico, especialmente famoso por su trabajo como divulgador científico. En 1995 publicó un libro titulado “River out of Eden: a Darwinian View of Life”, una reflexión sobre la evolución desde un punto de vista genético, retomando temas anteriormente tratados en su, probablemente, más popular trabajo, “El gen egoísta”.
 
El título del libro está inspirado en el  pasaje 2:10 del Génesis “Y salía de Edén un río para regar el huerto”. Este río, del que trata una importante parte del libro, es un símbolo de la evolución  y diversificación del material genético a lo largo del tiempo. Es un río de información. Con los cuerpos de los organismos como transportadores temporales, en el río de Dawkins, los genes viajan a través del tiempo geológico, transformándose y ramificándose progresivamente, siendo cada uno de los cauces del río una especie distinguida del resto, en el que el agua (los genes) va mezclándose gracias a la recombinación sexual entre la descendencia de cada especie. 

Dawkins comienza el libro con una frase cierta para todos los organismo que hayan existido y existentes “Ninguno, ni uno solo, de nuestros ancestros murió antes de alcanzar la madurez y traer al mundo al menos un descendiente”. Todos los seres vivos pueden sostener que provienen de una línea de antecesores exitosos continua. Según Dawkins, residiendo este éxito en la capacidad de sobrevivir y reproducirse, todos los organismos vivientes han heredado genes buenos, han recibido lo necesario para convertirse ellos también en antecesores exitosos.

Tomando esta idea como base de la reflexión, el libro trata varios temas: habla sobre la madre mitocondrial, desarrolla argumentos ejemplificados para abalar la evolución gradual y acumulativa como explicación de los fenómenos más complejos que podemos presenciar (el baile de las abejas, los ojos o los mecanismos de las orquídeas para atraer polinizadores),…

Hay un capítulo, titulado “God’s utility function”, en el cual se nos introducen dos conceptos. En primer lugar, la ingeniería inversa, que consiste en estudiar el funcionamiento de un aparato, o en este caso, un ser vivo, es decir, un producto final, para comprender sus principios fundamentales y su diseño. En segundo lugar, la función de utilidad (utility function) es aquello que se intenta maximizar o favorecer. Por ejemplo, cuando observamos la política de un gobierno en un país, podemos hacer “ingeniería inversa” para ver que su función de utilidad ha sido, por ejemplo, reducir el desempleo. Cuando hablamos de un animal, por ejemplo un guepardo, viendo sus garras, su capacidad de carrera y agilidad, vemos que su función de utilidad es producir el máximo número de bajas posibles en la población de gacelas.

Visto esto, la pregunta que plantea en este capítulo es: ¿Cuál es la “función de utilidad” de la naturaleza/vida? La supervivencia del DNA. Sin embargo, el material genético está atrapado en los cuerpos de los organismos. Por eso, el DNA atrapado en un guepardo maximizará su supervivencia haciendo que el guepardo mate el máximo número de gacelas posibles. Mientras que el atrapado en la gacela lo hará evitando que éstas sean cazadas. Por eso los árboles son tan altos como son. Lo más rentable desde un punto de vista económico sería que todos fuesen de la misma altura. Sin embargo, la selección del DNA los hace competitivos y crecen unos sobre otros, cada vez más alto. Esto explica también los “concursos de belleza” celebrados por los machos en muchas especies de ave también. Explica que en población  de estructura tipo harén, como el de las focas, en el que tan solo un pequeño porcentaje de los machos abarca todas las copulas de la población, mientras que el resto consumen recursos sin generar descendencia. El titánico ascenso de los salmones para hallar la muerte, o por qué algunos pájaros gastan una cantidad de energía tan peligrosa en cantar para atraer hembras son otros dos ejemplos conocidos. Si la prioridad de la vida fuese el bien de la población, o del individuo en particular, todos esos comportamientos serían eliminados. Pero no es así. La naturaleza es indiferente respecto al sufrimiento o bienestar de los seres vivos. El bien común es solo una consecuencia fortuita (cuando ocurre). Lo único que importa es la transmisión del material genético, su perpetuación. 

Y así es como fluye el río, representación simbólica de esta gran explosión de información en cadena que llamamos vida. O al menos, así lo cuenta Richard Dawkins en su trabajo.

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