sábado, 11 de mayo de 2013

¿Soy bastante grande ya?



El tamaño corporal afecta profundamente la biología de los animales, y la mayoría de estos crecen de forma limitada, alcanzando una talla dentro de un intervalo característico de la especie. El tamaño puede condicionar desde el papel ecológico del individuo o la expresión de genes dependientes de tamaño, a propiedades tan primordiales como la alometría (los cambios de las proporciones corporales con el aumento del tamaño total).

El crecimiento en tamaño de los insectos (y los artrópodos en general) es particularmente interesante por una razón: tienen un exoesqueleto rígido, compuesto por una sustancia llamada quitina, que no está capacitado para crecer de forma progresiva junto con el resto de tejidos blandos. ¿Qué implicaciones tiene esto? Que periódicamente, estos animales deben realizar lo que se denomina como ecdisis o muda. Durante este proceso el animal pasa a un estado de reposo, en el cual se debilitan las partes internas de la cutícula, mientras que la epidermis de debajo se prepara para secretar la nueva. Por vías de una mayor presión interna, u otros mecanismos, el insecto se deshace de la antigua armadura, quedando en el exterior el nuevo exoesqueleto.

Muchos insectos realizan un número de mudas o ecdisis fijo. Sin embargo, hay una cuestión fundamental que no está aún del todo resuelta. ¿Qué es lo que desencadena el proceso de ecdisis? ¿Cómo percibe el animal que ha alcanzado el tamaño adecuado? Un equipo de investigación estadounidense ha hallado la respuesta en el sistema respiratorio del gusano Manduca sexta.
La Manduca sexta o gusano del tabaco pasa por 5 procesos de ecdisis antes de realizar la metamorfosis y transformarse en una polilla. Su exoesqueleto blando sí que crece progresivamente a lo largo del estadio, a diferencia de en muchas especies.


El equipo de investigación mencionado anteriormente observó que el sistema de traqueas de la M. sexta no crecía progresivamente junto con el resto del cuerpo, si no que aumentaba su volumen de forma discreta en cada muda. Es decir, un gusano que había crecido durante todo un estadio tiene el mismo volumen de sistema respiratorio que justo después de la ecdisis. Como observamos en la imagen, en el momento tardío del estadio, el sistema de tráqueas y traqueidas apenas alcanza a cubrir todo el espacio.  Esto sugería que la disponibilidad de oxígeno reducida podría ser la señal que desencadenaría la secreción ecdisona, una de las hormonas que promueven la muda.

Tras realizar varios experimentos, entre los cuales se incluía la observación del momento de muda en diferentes condiciones de disponibilidad de oxígeno, el equipo llego a la conclusión de que, efectivamente, la falta de oxígeno actuaba como señal desencadenante de la ecdisis. Pero no solo esto. También vieron que aquellos insectos que no alcanzaba el tamaño suficiente también realizaban la muda, debido a que aunque la parte del encéfalo responsable de dar la señal no actuara, de forma basal se secretaba ecdisona continuamente, de forma que a partir de cierto momento, independientemente de su tamaño, la muda ocurría.

Ya se sospechaba por muchos otros experimentos anteriores que el reducido tamaño de los insectos estaba intensamente ligado a su particular sistema respiratorio. Que no os asusten escenarios de película con insectos y otros artrópodos gigantes ya que ciertamente son ciencia ficción, a menos que cambien las condiciones del planeta en el que vivimos.

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